Cuando nos decidimos a comprar un caballo especialmente para deporte y competición, es habitual realizar un examen precompra: una revisión veterinaria previa a la compra definitiva del caballo. Esto nos ayuda a conocer el estado físico y la salud del caballo, dándonos información suficiente para saber si nuestro futuro caballo es físicamente apto para el deporte o si existen algunos riesgos o limitaciones. Pero siempre hay que partir de la base de que no hay caballos absolutamente perfectos.

Los exámenes precompra suelen ser muy parecidos en todos los países. Se parte de una revisión estándar, pero se puede examinar el caballo más a fondo si el comprador lo desea. En Holanda, el examen precompra estándar completo suele costar entre los 500€ y 1300€ dependiendo de las pruebas que se realicen. También depende de dónde se haga la revisión veterinaria (puede ser en una clínica o en la propia cuadra donde se encuentre el caballo).

Antes de comenzar con el examen veterinario, el comprador debe facilitar sus datos personales y número de tarjeta de crédito a la clínica veterinaria. Normalmente el comprador corre con todos los gastos de la inspección veterinaria. Si el informe veterinario es negativo y la compra no se lleva a cabo, el vendedor correrá con los gastos del examen clínico y en algunos casos del examen radiológico básico en caso de no haber aportado anteriormente radiografías de no más de un año de antigüedad.

El examen precompra en Holanda consta de lo siguiente:

1. Examen clínico:
   1. Revisión física: Se hace extracción de sangre y se almacena en caso de que el comprador desee hacer un análisis posterior y pruebas antidoping, se revisa el físico del caballo, se hacen palpaciones de las extremidades, examen neurológico, se revisa el dorso y la flexibilidad a la izquierda y derecha, se escuchan las palpitaciones del corazón en reposo y después de estar en movimiento, se revisa la boca y la vista del caballo, y en muchos casos se realiza una laringoscopia.
   2. Test de flexión: En una línea recta sobre una superficie dura el caballo debe ir al paso unos 15 metros aproximadamente, dar media vuelta y volver hacia el punto de partida. A continuación se hace lo mismo al trote, cayendo al paso para hacer el giro y dar media vuelta, y nuevamente debe trotar hasta volver al punto de partida. Después empiezan los tests de flexión; se flexiona cada pata a la altura del menudillo y se mantiene en esta posición un minuto. A continuación el caballo debe trotar inmediatamente en línea recta. De esta forma el veterinario puede ver si hay alguna irregularidad en los trancos o no.
   3. Test en suelo duro y blando: El caballo debe trotar y galopar a las dos manos a la cuerda tanto en una superficie dura como en una superficie blanda, normalmente en una pista de arena. Esta es otra forma de comprobar si el caballo se mueve con normalidad o si hay alguna limitación o sensibilidad en los cascos o extremidades.
2. Examen radiológico:
   1. Radiografías de las extremidades: Se hacen radiografías de las patas desde los laterales. En el caso de las manos, se hacen también radiografías frontales, por lo que se suelen quitar las herraduras.
   2. Radiografías de cuello y dorso: Se hacen radiografías desde la nuca del caballo hasta la zona sacrolumbar.

Tras realizarse el examen precompra, el veterinario rellena un informe oficial donde consta toda la información, observaciones y posibles defectos del caballo. También figura una conclusión, donde el veterinario indica si el caballo es apto para deporte o si hay algunos riesgos por limitaciones evidentes en radiografías o durante el examen clínico. El veterinario no decide si un caballo “aprueba” o “suspende” estas pruebas. Solamente puede dar su opinión sobre si es recomendable comprar un caballo o no.